«Si la Naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca» gritaba el libertador Simón Bolívar en los albores de la Guerra de la Independencia. Hoy no se luchaba por la independencia, tampoco era un enfrentamiento bélico, pero sí era una batalla por la historia, por la gloria y el clima le dió tintes dramáticos en una jornada que puede ser recordada como el golpe definitivo para el primer triunfo colombiano en la carrera más importante del mundo, el Tour de Francia.
Egan Bernal no dudó en atacar cuando tuvo las piernas, nadie pudo seguirlo y su cabalgata en medio la tormenta fue inédita, pedaleaba hacia el amarillo en el segundo día en los Alpes y a dos días para el arribo en París. De repente fue detenido por la organización del Tour, el colombiano no entendía las razones, el público frente a los televisores tampoco.
«Escuché ‘deténgase, deténgase’ de los organizadores y no podía creerlo, y seguí adelante. les respondí ‘no ahora’, ‘no ahora’. Yo no sabía cuáles serían los resultados».
«Luego, el equipo me dijo por la radio que la carrera había sido anulada. Les pedí que me lo dijeran en español para estar completamente seguros».
Entonces, y sólo entonces, después de escuchar las mismas palabras en su propio idioma, Bernal optó por detenerse. Todo era surrealista y la sensación de estar en otro mundo probablemente no terminó allí, dado que 90 minutos después estaba al pie del podio del ganador, en camino a convertirse en el primer portador de camiseta amarilla de Colombia desde Fernando Gaviria el año pasado, y probablemente en su primer ganador absoluto.
La nieve recortó la etapa, nadie discute que Egan se vestiría de amarillo, Alaphilippe merece todo los aplausos, fue el dueño de la prenda por catorce días cuando nadie apostaba nada por él, pero ganar es cosa al alcance de muy pocos y aquel niño que entrenaba en las alturas de Zipaquirá, ahora está a 48 horas de la gloria, para el ciclismo colombiano, para el ciclismo latinoamericano, un premio a una época dorada de nuestro ciclismo, donde sólo faltaba un trofeo en sus vitrinas, el de campeón del Tour de Francia.