¿Qué pruebas del ciclismo de carretera te gustan más? ¿Las clásicas? ¿Las cortas en etapas? ¿Las grandes vueltas? ¡Hay mucho para escoger! Al menos en el ciclismo de carretera masculino así es. Nada más en el calendario de la Unión Ciclista Internacional (UCI) hay inscritas 37 carreras, tres de las cuales son conocidas en el mundo como las “Tres grandes vueltas”: el Giro de Italia, el Tour de Francia y La Vuelta a España.
En el ciclismo femenino, la historia es otra: de las 23 carreras inscritas en el calendario sólo 9 son por etapas y de estas, tan sólo una de las grandes, el giro rosa, sobrevive como gran vuelta, aunque en realidad es una grande ‘no tan grande’.
¿No tan grande?
No lo decimos en sentido peyorativo, ni desmereciendo la importancia o la magnitud de una carrera que el próximo año arribará a su edición número treinta y que se considera una de las más importantes del calendario World Tour femenino. A lo que en realidad nos referimos es que, a diferencia de su par masculino (el Giro de Italia), sólo cuenta con 10 etapas, adjudicándose así el título de la carrera de carretera por etapas femenina más larga.
El Tour de Francia y La Vuelta a España también tienen sus versiones femeninas: Le Course y La Madrid Challenge respectivamente, pero mientras la primera es una clásica, en la segunda la élite del ciclismo de ruta femenino sólo cuenta con dos días para medirse y coronarse campeona la que primero arribe a la meta.
Pero esto no siempre ha sido así, en 1984 hubo un intento de Tour femenino de tres semanas que para la edición de 1985 se redujo a dos, pero al no tener la repercusión que se esperaba en 1993, ocho años después, desapareció, aunque ya desde 1992 se corría La Grande Bouclé femenina, pero sin guardar relación ni desde el punto de vista organizativo ni de presupuesto con su par masculina. Ésta última pudo sobrevivir tan sólo con cuatro etapas y hasta el 2009, año en el cual dejó de existir.
En el caso de La Vuelta a España, otra es la historia, pues su versión femenina, nace con motivo de celebrarse la edición número ochenta de la masculina y era una carrera de un día, hasta este año, en la que se subió de una etapa a dos. ¿Será posible alargarla? Aunque no hay certezas, los organizadores aspiran convertirla en una prueba de al menos cinco etapas.
Un ciclismo femenino más visible
¿Quién nació primero? ¿El huevo o la gallina? Es la historia de nunca acabar. Para nadie es un secreto que el ciclismo femenino es menos atractivo para los patrocinantes y los medios de comunicación en general. ¿La razón? Quizás porque hay menos corredoras o porque menos público se interesa, puede que el marketing también tenga que ver mucho en eso, la organización o incluso todas las anteriores. Pero sin ser visibles, no se capta más público y por consiguiente hay menos interés de los patrocinantes, por lo que hay menos inversión y menos motivación que incremente la participación de las chicas en el ciclismo.
Bien lo resalta la española Maivi García, corredora del movistar y quien llegara en 13ª posición en Le Course 2018: “Si hubiese varias grandes rondas, como ocurre en el calendario masculino, ayudaría a la visibilidad”, y por ende se impulsaría más el interés del público y así de los patrocinantes, es una cadena.
Gema Pascual, actual presidenta de la Comisión de Ciclismo femenino español, en cuanto a la posibilidad de que se realicen grandes vueltas para chicas, apunta que sería en extremo enriquecedor para el deporte “pero siempre que vayan de la mano de una buena organización, sólo así tendrán una repercusión positiva”.